Principios y prácticas para la convivencia escolar


Reseña del texto “Construyendo juntos: claves para la convivencia escolar”

De las autoras Ana María Arón, Neva Milicic, Magdalena Sánchez y Joaquín Subercaseaux, editado por la Agencia de la Calidad de la Educación en noviembre de 2017, en Santiago de Chile.
El texto comienza con unas palabras de Carlos Henríquez, Secretario Ejecutivo de la Agencia de Calidad de la Educación en que destaca “la necesidad de entender la calidad educativa como un concepto integral y dinámico, que no se agota en los conocimientos académicos” (p.11) que aprenden los estudiantes. En esta línea, el texto ofrece una mirada sobre la vida de las comunidades escolares, ya que en ella están en juego el clima escolar, la participación de los estudiantes y la inclusión de todos y todas.
En este mismo sentido, Valentina Quiroga, ex Subsecretaria de Educación, señala que la convivencia escolar permite el desarrollo integral de los niños y niñas, siendo fundamental trabajar por una consolidación del bienestar de todos y cada uno de los que componen la comunidad educativa. Para ello se requiere “abordar la convivencia escolar (…) como una transformación de los sentidos y de las prácticas escolares para (…) comprender y construir la convivencia no solo desde el cumplimiento formal sino desde la capacidad de mirar a cada actor de la escuela y liceo como un sujeto partícipe de la configuración cotidiana de la convivencia escolar y, por lo tanto, de los aprendizajes que se despliegan en los establecimientos educacionales” (p.14).
Los autores, por su parte señalan que este libro es el fruto de un estudio de 14 escuelas que abrieron sus puertas para compartir sus buenas prácticas sobre el clima escolar. No se señalan qué tipo de establecimientos fueron los estudiados, ni a qué contextos pertenecen, sin embargo, expresan que se caracterizan porque “ponen en el centro de su función educativa el bienestar emocional de los estudiantes y de la comunidad en general, avanzando así desde un paradigma basado en el logro académico hacia uno basado en el desarrollo integral de la persona” (p.17)
Distingue y relaciona clima escolar con el clima de convivencia escolar, señalando sus coincidencias. Ambas tratan de las percepciones que los integrantes de la comunidad educativa tienen respecto de los factores que intervienen en las interacciones que se dan en este contexto. Estas interacciones determinan un clima social tóxico o nutritivo con una serie de características que quedan registradas en el siguiente cuadro que aparece en la página 23:
Características nutritivas
Características tóxicas
Percepción de un clima de justicia
Percepción de injusticia
Reconocimiento explícito de los
logros
Descalificación y/o ausencia de
reconocimiento
Predomina la valoración positiva
Predomina la crítica
Tolerancia a los errores
Sobrefocalización en los errores
Sensación de ser alguien valioso
Sensación de ser invisible
Sentido de pertenencia
Sensación de marginalidad, de no
pertenencia
Conocimiento de las normas y
consecuencias de su transgresión
Desconocimiento y arbitrariedad en
las normas y las consecuencias de su
transgresión
Flexibilidad de las normas
Rigidez de las normas
Sentirse respetado en su dignidad, en
su individualidad, en sus diferencias
No sentirse respetado en su
dignidad, en su individualidad, en sus
diferencias
Acceso y disponibilidad de la
información relevante
Falta de transparencia en los
sistemas de información
Favorece el crecimiento personal
Interfiere con el crecimiento personal
Estimula la creatividad
Pone obstáculos a la creatividad
Permite el enfrentamiento
constructivo de conflictos
No enfrenta los conflictos o los
enfrenta autoritariamente

El capítulo 1, “Caracterización de un buen clima de convivencia escolar”, está estructurado en función de los tres ejes que describen las características de las escuelas que muestran un buen clima de convivencia:
Visión educativa: se entiende como el sello o visión común que tienen los integrantes de la escuela y que es compartido por todos, orientando la acción educativa. Se expresa en la adhesión a los principios y valores del proyecto educativo. Implica la coherencia entre el discurso y la palabra de los miembros de la comunidad. Como indicadores compartidos por todas las escuelas se pueden destacar:
a)       La inclusión.
b)      La autonomía de los estudiantes.
c)       La integralidad de los procesos formativos (todas las asignaturas cuentan)
d)    La efectividad y el buen trato.
Gestión del clima de convivencia: este aspecto se refiere a los procesos de gestión que se instalan en distintos niveles y que son liderados por distintos actores.
a)       Rol del profesor en la gestión del clima. Se incentiva la interacción continua entre docentes y estudiantes, la resolución de conflictos y la presencia fundamental del profesor.
b)      Cuidado y apoyo al profesor por parte del equipo directivo: Destaca el rol fundamental del liderazgo del equipo de gestión.
c)       Normas y protocolos. Destaca la nitidez entre lo permito de aquello que no lo es. Los principios vectores deben ser la justicia, la igualdad de derechos y deberes y las consecuencias. Así mismo, destaca el valor de la participación de los actores en su redacción. Enfatiza la conversación constante entre los actores y la autogestión y autodisciplina de los estudiantes.
d)      Gestión de los conflictos: Valora el hecho de que los conflictos se enfrentan, no se evaden y que requieren una conducción oportuna y no violenta. Por otro lado, los conflictos se deben analizar de acuerdo al contexto de los estudiantes.
Relaciones y vínculos: destaca los siguientes aspectos:
a)       Estilo de relaciones: se caracterizan por la confianza, escucha y respeto. En ello se valora el cuidado emocional de las personas.
b)      Relaciones entre pares.
c)       Vínculo docentes-estudiantes
d)      Relaciones con la familia y la comunidad.

Capítulo 2: “Factores claves”
En este capítulo se abordan los principios de una cultura escolar que forman parte de un clima nutritivo. Estos principios se traducen en dinámicas, características y/o procesos. Los factores se ordenan en función de los ejes del capítulo anterior:

EJES
FACTORES
Visión educativa:
a)       Educación integral: Estas escuelas documentan en su PEI sus intenciones de ir más allá del aprendizaje de contenidos académicos, siendo el desarrollo socio emocional del estudiante un factor clave de su quehacer.
b)      Diversidad e inclusión: Aceptan la diversidad y realizan prácticas inclusivas, haciéndose cargo de las necesidades que derivan de las diferencias culturales, sexuales, de estilos de aprendizaje o capacidades físicas. Pueden ser prácticas que no estén documentadas en el PEI.
c)       Autonomía y participación de los estudiantes: Promocionan la reflexión, participación activa y responsable de los estudiantes, al mismo tiempo que confía en sus capacidades para desarrollar procesos reflexivos y resposables.
Gestión del clima de convivencia

d)      Planificación y gestión del clima de convivencia: Las escuelas se caracterizan por una reflexión sistemática sobre la convivencia. Con estas prácticas conversatorias se hacen cargo de las necesidades de la convivencia. Elaboran manuales y protocolos con un abordaje transversal y la implicancia de los líderes educativos.
e)      Coherencia entre discursos y prácticas: Existe una unidad y continuidad entre el PEI y las prácticas, discursos y dinámicas. Las disposiciones son compartidas e internalizadas por todos. Hay acuerdo en las normas, se valora la justicia y se aplican las normas según el contexto. Profesores saben sus exigencias.
f)        Abordaje adecuado de los conflictos. Entienden que conflicto no es lo mismo que la amenaza. Se entiende que ellos forman parte de la experiencia humana. Se crea una cultura de diálogo.
g)       Cuidado del equipo docente y asistentes de la educación: Estas escuelas son conscientes de la creación de un ambiente laboral grato.
Relaciones y vínculos

h)      Buen trato: Establecen vínculos de cuidado y confianza. Las relaciones son cercanas y afectivas donde se destaca al profesor como una figura significativa.
i)        Recuperación del diálogo y la conversación: Son herramientas esenciales para la convivencia, ya que acrecienta la idea de que todos los sujetos son interlocutores válidos para la construcción de la convivencia.
j)        Estilos colaborativos: Las escuelas buscan desarrollar la cooperación entre los estudiantes, docentes, asistentes de la educación e integrantes del equipo directivo, evitando la competencia.
k)       Relaciones familia-escuela: Pretende establecer alianzas entre la familia y la escuela. Se dan 2 tipos: conducida u orgánica. En esta última se caracteriza por la presencia de exalumnos entre los apoderados, lo cual facilita la alianza. En cambio, en la primera es necesario establecer dinámicas y actividades específicas para propiciar esta alianza.

Capítulo 3: “Recomendaciones y prácticas”
Comienza estableciendo algunas recomendaciones que son coherentes con la Política Nacional de Convivencia Escolar 2015-2018.
Propone iniciar un diagnóstico y monitoreo sobre la base de la reflexión y autoevaluación del clima de convivencia en la comunidad escolar. Los focos de este proceso son dos: considerar el nivel de percepción y satisfacción de los actores respecto del clima y la evaluación de la organización y gestión del clima de convivencia. Para ambos procesos se requiere de la más amplia participación de la comunidad.
A continuación, los expertos sugieren que se visualicen los factores claves del establecimiento, en términos de fortalezas y oportunidades de mejoramiento.
Luego de este paso recomiendan considerar las prácticas que aparecen en este informe para implementar aquellas que sean pertinentes y que se ajusten a las características del establecimiento.
Complementariamente con lo anterior se sugiere la conformación de grupos de reflexión que piensen las prácticas que se van a implementar, ya que esto posibilita aunar criterios que permitan una mejor coordinación, favoreciendo un espacio más nutritivo.
El documento propone 43 prácticas que se recogieron del “Estudio sobre caracterización e identificación de prácticas que fomentan un buen clima de convivencia en la escuela”. Se encuentran distribuidas considerando el beneficiario de las prácticas.
Las prácticas orientadas a los estudiantes constituyen el grupo mayor con 24 experiencias. Luego, para profesores y asistentes de la educación, tiene 6 prácticas. Para los apoderados y las familias se presentan 6 prácticas, también. Y finalmente, para la comunidad educativa, hay 7 prácticas.
Esta parte constituye el volumen principal de este capítulo y del documento. Algunas toman más tiempo para su implementación o requieren el concurso de varios docentes. En relación al protagonismo de los estudiantes, se observa la importancia del fomento de las habilidades sociales. Existe un intento por unir el desarrollo de estas habilidades con la expresión de algunos contenidos de aprendizaje en el aula.

Comentarios
El documento es ágil y de fácil lectura. Está escrito para los docentes directivos, responsables de convivencia y para todo aquel que busque inspiración en el tema de la convivencia escolar.
Tiene la virtud de explicitar su marco teórico a partir de los principios, ejes y factores claves de manera ordenada y coherente con una larga sugerencia de prácticas que han sido observadas en las 14 escuelas que formaron parte del estudio.
Entre sus falencias se puede decir que carece de un enfoque más sociológico que entregue un marco para entender los procesos escolares que ocurren en la actualidad y que explican por qué la convivencia se ha convertido en un tema en la escuela. Este marco permitiría comprender la convivencia como un factor vinculado con la sociedad y no solo como un elemento más de la escuela.
En este sentido, el texto tiene un sello más psicológico, propio de la experticia de quienes colaboraron en su elaboración. El factor emocional en el desarrollo humano se destaca como una prioridad que las escuelas deben trabajar. Si se observa con más detención los autores están señalando que al interior de las escuelas los vínculos son frágiles. A partir del cuadro de la página 23 (ver primer cuadro) los profesores podemos reflexionar acerca de las prácticas que tributan para formar una escuela tóxica que no favorece vínculos nutritivos entre sus actores.
Un tema que parece muy adecuado para la reflexión de los profesores tiene que ver con las decisiones ligadas con la búsqueda de la excelencia académica y el rendimiento. Mientras la búsqueda de la excelencia puede ser una virtud necesaria de promover, el rendimiento, no necesariamente la acompaña. La escuela no ha sabido desterrar de las aulas la práctica de la evaluación como premio o castigo generando temor entre los estudiantes. Recordemos que en el último informe del SIMCE se ha observado que las mujeres sufren mayor ansiedad académica respecto de los hombres en las evaluaciones de matemática en II° medio.
Se hace necesario reflexionar sobre un auténtico desarrollo humano respetuoso de procesos más que de resultados, el cual permita una educación más integral. Pero esta reflexión debe complementarse con otras lecturas que enriquezcan el aporte de la psicología, que es insuficiente para comprender lo que sucede en las escuelas.
Puede ser interesante, por ejemplo, complementar este informe con lo que dice el PNUD sobre el bienestar subjetivo de los jóvenes puesto que permite comprender mejor las dinámicas sociales. Resulta interesante de analizar la existencia de variados organismos técnicos que ofertan programas para el desarrollo de habilidades sociales, que sin duda son muy importantes. La capacitación en habilidades propias de inteligencia emocional, que se han empezado a utilizar en la empresa han llegado también a la educación.
En este sentido, organismos que trabajan en la capacitación de liderazgo educativo están contribuyendo en la formación de equipos directivos con herramientas que buscan generar un liderazgo distribuido en las escuelas.
Este trabajo no solo debe quedarse en los equipos directivos sino que debe alcanzar a toda la comunidad educativa para que avance en una convivencia positiva. Esto debe abarcar a los apoderados, los estudiantes, docentes y sostenedores, por cierto. En la actualidad hemos visto cómo rectores y decanos de universidades intervienen en sus planteles para colaborar en la resolución de los conflictos producto de las tomas de las sedes. Las tomas como mecanismo de lucha y reivindicación generan un clima de violencia, pero debe existir un manejo de parte de las autoridades para enfrentar estas situaciones mediante el diálogo. El solo uso de la fuerza no permite el restablecimiento de la paz. Tampoco ayuda que los sostenedores empleen vocabulario que estigmatice a los estudiantes. Referirse a quienes ocasionan destrozos en las instalaciones, como ocurrió en un Liceo emblemático en Santiago, como "manzanas podridas" que hay que sacar, no es propio de un sistema educativo que está llamado a promover el desarrollo de las personas. Existe el derecho en el cual uno puede ampararse para definir los acontecimientos, solicitar la protección, realizar acusaciones, etc, pero los jóvenes, aunque hayan cometido una acción delictiva tienen derecho a una educación que les restituya su condición.

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