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La trama de la vida

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  En estos momentos, en el hemisferio norte de nuestro planeta, una mujer de unos 28 años acude al centro hospitalario de su ciudad para dar a luz su tercer hijo. Sus dos hijas de 2 y 4 años duermen en casa. En estos momentos la madre debe estar haciendo el trabajo de parto para que su hijo vea la luz por primera vez. Ella lo recibirá en sus brazos, le dará pecho y luego dormirá serenamente. Su marido, feliz, dejará caer algunas lágrimas de emoción y de amor por su esposa, agotada y satisfecha. Es la vida, en todo su esplendor. En el hemisferio sur, e n cambio,  otra historia se teje. Un hombre de 89 años va a cumplir una semana hospitalizado. Llegó a urgencias, muy cansado, con dificultades para caminar y agitado. Los médicos le detectaron una arritmia y los exámenes mostraron una gran fatiga de material. Es la vida, la que pasa la cuenta. El niño lanzará un grito agudo y sus brazos abrazarán a su madre buscando protección. Abandonará el nido materno y sus pulmones recibirán el ai

El traje dominguero

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Durante mi última visita a Santiago de Chile tuve grandes encuentros con amigos y amigas muy queridos. Sin embargo, en mi recorrido por la ciudad, percibí algo que comparto sin ninguna pretensión científica. Son sólo percepciones, que obviamente dan lugar a ideas que pueden ser curiosas, simpáticas u odiosas. Las comparto por si a alguien le hace sentido. No recuerdo la vez en que escuché la expresión “traje dominguero”. Sin duda, tiene que haber sido empleada en otros tiempos, cuando la población, mayoritariamente católica, solía participar de la misa dominical. Alude a un cambio de pinta, a dejar la ropa corriente, para disponerse a vivir algo diferente, en este caso la celebración litúrgica. Fuera del contexto religioso, da a entender que hay que poner esmero en vestirse con cuidado, engalanarse, vestirse con distinción. Algo de esto me tocó ver el año pasado en la ciudad de Jaén, en Andalucía, España. Me llamó la atención el colorido de los trajes de sus habitantes, la variedad d

Amigo, amiga

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 Luego de diez días en mi tierra natal y el reencuentro con gente tan querida, me surge escribir el significado de gestos y palabras que me acercan a aquellas personas con quienes comparto la vida.  Cuando tu mirada cruza la mía, sin miedo, ni prisa, me doy cuenta que estoy en un territorio conocido y seguro. Cuando me tiendes los brazos me dejo llevar con total confianza porque sé que nuestra amistad se sostiene en la verdad. Cuando dices mi nombre veo que tu rostro se ilumina y el mío también. El tiempo y la distancia la historia común que hemos escrito. Cuando me preguntas por los detalles de la vida siento el placer de charlas sin temor a tu juicio. Sabes callar cuando mis palabras expresan dolores y arrepentimientos. Te animas cuando escuchas que me ha ido bien y tu alegría es sincera. Me reconfortan tus palabras mesuradas y cargadas de un afecto que desea que la vida me siga deparando cosas buenas. Cuanto te ríes siento una invitación a seguir el camino porque es entret

El murmullo de los árboles

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El trabajo cotidiano se hace más humano cuando se abre paso a la creación. Las palabras me brotan desde adentro y tratan de capturar momentos del día que son como ventanas por donde el espíritu sale a recrearse.  Sentado frente a la ventana que da a la calle contemplo el otoño que se instala delicadamente sobre las hojas de un árbol. Su copa comienza a volverse rojiza, mientras que el cuerpo permanece todavía verde, aunque ya aparecen algunos toques que anuncian lo que vendrá. A unos treinta metros a la derecha, otro árbol presenta un amarillo bien avanzado. Entre ellos puedo sentir el murmullo de la vida. Uno habla de la tempestad pasada que casi lo hace tumbarse en la acera, pero que finalmente salió airoso. El otro comenta nostálgico que echa de menos a los niños que circulan todas las mañanas para llegar al colegio. El más robusto en ropaje se ufana por su vigor y tonicidad. El otro prefiere mirar hacia el huerto detrás de la enredadera para evitar entrar en contacto con su vec

De regreso el sol

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  La formación ha llegado a su fin y ahora nos quedan algunos días para concluir el dossier. Si estuvimos en medio de un túnel, al terminar la semana el sol vuelve a aparecer. Un sol de otoño que no quema, pero que buscamos ansiosamente. El sol aparece tímido entre las nubes y se esconde repentinamente dejando caer algunos chubascos sobre la ciudad de Toulouse. El astro caprichoso, que en verano nos hizo sufrir de calor, esta vez nos permite ver los Pirineos como si fueran unos recortes divertidos de niño que juega con la naturaleza. La ciudad se dejaba ver más humana, quizás el color de sus inmuebles permitía ese contacto. No lo sé, quizás la presión del trabajo a ratos no nos dejaba ver lo que siempre ha estado presente. Es que ha sido una semana de formación donde las neuronas se atacaron a resolver menudos problemas de secuencias, problemáticas y objetivos de distinta naturaleza. Nadie que haya vivido estos días podría decir que en algún momento estuvo en medio de un túnel. Qui

Cuando la noche es amarga

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 Luego de una jornada donde había mucho en juego, pero no se logra recoger lo esperado, se abre un espacio para dejar salir los lamentos. En ese preciso instante, la escritura es fuente de desahogo y consuelo. La noche es más amarga que nunca. En el ombligo de la semana las cosas se han revelado dejándonos sin aire. Delante de las maestras hemos tenido que mordernos la lengua, hacer nudos en el vientre y mantener la respiración. Algunos han tenido que retener alguna lágrima. El juicio experto, implacable, se hundía en nuestra piel dejándonos pequeñitos en el asiento. Hay errores de grueso calibre. Hay negligencias insoportables. Hay demasiados cabos sueltos. Nosotros creíamos, teníamos alguna ilusión, pero, nada. No basta el entusiasmo. No son suficientes las horas trabajadas. A veces falta talento y sobra el deseo. Y luego de saber que había que recomenzar, mis torpes manos ya no saben qué escribir. Mis ojos, aunque abiertos, están hastiados de las palabras. Erra

El repliegue necesario

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  detalle de un dibujo de una alumna La profesora nos había dejado el tiempo restante de la hora para que pudiéramos terminar de escribir el resumen del libro que teníamos que haber leído en el plazo estipulado. La lista incluía obras de Julio Verne, como La vuelta al mundo en 80 días , Miguel Strogoff , Viaje al fondo de la tierra , entre otros. Marcela Paz y toda la serie de Papelucho también formaban parte de lo que debía ser nuestra feliz ilustración. Falta de libros en mi casa, desinterés por la lectura, poco habituado a tal menester o todo a la vez, la cosa es que le había pedido a Ricardo, una vez más su cuaderno para copiar el resumen de un libro. La clase estaba trabajando en un silencio casi sagrado y la profesora llamaba a algunos alumnos para revisar sus resúmenes. Ricardo me había advertido del peligro que la profesora se diera cuenta del plagio. Le dije que no se preocupara, ya que asumiría lo que tuviera que suceder. Sumido en mi acto mecánico, escribía sin pensar