La trama de la vida

 


En estos momentos, en el hemisferio norte de nuestro planeta, una mujer de unos 28 años acude al centro hospitalario de su ciudad para dar a luz su tercer hijo. Sus dos hijas de 2 y 4 años duermen en casa. En estos momentos la madre debe estar haciendo el trabajo de parto para que su hijo vea la luz por primera vez. Ella lo recibirá en sus brazos, le dará pecho y luego dormirá serenamente. Su marido, feliz, dejará caer algunas lágrimas de emoción y de amor por su esposa, agotada y satisfecha. Es la vida, en todo su esplendor.

En el hemisferio sur, en cambio, otra historia se teje. Un hombre de 89 años va a cumplir una semana hospitalizado. Llegó a urgencias, muy cansado, con dificultades para caminar y agitado. Los médicos le detectaron una arritmia y los exámenes mostraron una gran fatiga de material. Es la vida, la que pasa la cuenta.

El niño lanzará un grito agudo y sus brazos abrazarán a su madre buscando protección. Abandonará el nido materno y sus pulmones recibirán el aire imperceptible y vital. El hombre estará conectado a una máquina que le permitirá respirar.

El niño será ocasión de risas y de alegrías entre sus padres y parientes. El hombre provocará preocupaciones y derramamientos de algunas lágrimas entre sus familiares.

El niño comenzó su viaje hace ya algunos meses. Ahora su cabecita se asoma para que sus padres lo reconozcan. Será la primera vez en que se muestren y la alegría habitará en sus corazones.

El hombre está llegando al final de su viaje. Harto ha recorrido, mucho ha gozado y llorado. Su corazón fatigado busca el reposo de tanto amor desparramado.

El niño comienza a escribir su historia terrestre mientras que el hombre está poniendo la firma a su biografía. Ése niño preguntará por sus orígenes y nosotros le responderemos que un día, cuando él abría sus ojos por primera vez, alguien los estaba cerrando para entrar en la eternidad.

La mujer es mi hija y el hombre es mi padre. Ambas historias están unidas por la trama de la vida. 

La vida despunta como los brotes de una semilla que se planta en la tierra. Cuando recibe el agua y la luz, nada puede detener su camino ya trazado en su código genético. En la tierra de los vivientes, los humanos nacemos, crecemos y nos desarrollamos hasta que nuestros cuerpos, cansados de caminar, se detienen esperando que ocurra lo que el destino nos tiene señalado.

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