Todo comenzo ahí
Son cuarenta años de egreso.
Tiempo de fiesta y de alegría
para recordar que
una puerta se cerraba y otra se abría.
Desde el puerto del IAE
sonrían nuestros padres satisfechos por su sacrificio,
saludaban el camino recorrido nuestros profesores.
Ambos oteaban el horizonte con esperanza
En nuestras barcas
nos echamos a navegar, sin miedo y con energía juvenil
hacia nuevas aventuras.
La dispersión separó nuestros pasos
pero la memoria nos reúne
porque son más de cuarenta años
de risas y llantos, juegos y disputas.
Todo comenzó ahí
donde las letras se juntan para
formar nuestras primeras palabras.
Y a medida que crecíamos en estatura
cambiamos de patio,
uno gigante,
una jungla durante los recreos
donde hacer un gol era una misión imposible.
Todo comenzó ahí.
Del clan Inostroza,
Jorge nos hacía la vida feliz
cantando
“el negro José” y “la bamba”,
visitando Savory o la CCU,
paseando a Rapel o la parcela de Diez.
Jaime, todo lo contrario,
con guías interminables de números y problemas.
Todo comenzó ahí.
Primeras comuniones y tropa de lobatos,
Semanas del colegio con la barra de nuestras mamás,
Campeonatos de baby-fútbol,
cuando podíamos usar una cancha a la semana.
Actos por doquier…
el día de la madre, del padre, del abuelo,
del aviador, del marino y tutti cuanti.
Todo comenzó ahí.
Y de pronto nos vimos celebrando los 50 años:
“Cantemos los ercillanos
50 años de vida
No puede quedar dormida
La misión de amar”,
trataba infructuosamente
de contagiarnos el hno Agustín Carazo.
Todo comenzó ahí.
Hermanos Rafael Amo y Elías Quijano
¡No fue culpa de ustedes!
La naturaleza se expresaba
en nuestros cuerpos
con excesos y carencias,
que los apodos se encargaban de recordar
nuestras miserias.
Era la díscola adolescencia
que pisaba nuestros talones
y nuestros cuerpos solo
buscaban nuevas sensaciones.
Y los dioses nos castigaron
en nuestras caras con el acné.
Todo comenzó ahí
Década de los 80,
Mientras unos pateaban piedras
nosotros huíamos de las de Chunchulo.
Vanos fueron los intentos de Sixto, el hermano,
de hacernos amar la lengua romance
cuando estábamos ávidos de otros romances.
Todo comenzó ahí
Y la locura se dejó caer como un rayo fulminante:
tests psicológicos, entrevistas personales y encuentros grupales,
de todo se valía el “Loco”
para hacernos creer
que éramos unas perlas finas
a las que solo les faltaba un pulido,
unos más que otros
Año 82,
Euforia por el mundial de España.
Un televisor en miniatura escondido bajo una silla
y unas cuantas radios entre nuestras ropas invernales
nos permitió probar el sabor de lo prohibido.
Sólo un “pillo” podía ser descubierto en tales circunstancias.
Todo comenzó ahí
Pelo blanco, caminar sereno,
de estatura baja y algo encorvado,
Era un “chichimeco”,
Con frases de shock intentó domarnos:
“¡Usted fuma!” dijo una vez.
Y el aludido preguntó “¿cómo lo sabe?”
"Porque tiene cara de humo".
Y la más hilarante:
su figura se quedó a la entrada de la sala durante un cambio de hora.
Miraba con ojos penetrantes hacia el fondo de la sala.
De pronto el silencio se hizo y su voz tronó
“¡Qué voy para allá y te escupo!”
Galdames quedó pálido.
Una vez que la frase hizo su efecto,
el viejo sabio se sonrió y
la carcajada brotó larga
y hasta con lágrimas.
Todo comenzó ahí.
Si de fechas y acontecimientos está hecha la historia,
un joven dinámico y de inmensos ojos aumentados por sus lentes
se encargó de complejizarla aún más.
El lápiz dejaba surcos en nuestros dedos
tomando apuntes de sus clases.
Libros de literatura y
películas completaban su pedagogía
que poca gracia nos hacía,
pero que a la larga tanto bien nos causó
Todo comenzó ahí.
Año 83
La democracia retorna a Argentina.
Allende los Andes
la apertura política comenzaba.
Con un chico dirigente y
algo revoltoso
las cosas comenzaban a hablarse.
No más Artes Plásticas.
Aulas de inglés y sala multimedia en el tercer piso.
Actividades extraprogramáticas.
“El gran teatro del mundo” con el rey Wamba y
su maravillosa familia.
Los viernes por la tarde
el colegio se vaciaba de bulla.
Con Necho, Pluto, Iván, Julio y el Pollo,
jugábamos a ser actores
sin pensar que escribíamos una historia de vida
Todo un honor compartir las tablas
con personas tan valiosas
Todo comenzó ahí.
Tenía la mirada franca y el trato amable,
enseñaba con una sonrisa las cosas más etéreas
sólo él lograba ver átomos y moléculas,
nosotros no entendíamos un carajo.
Era un majo.
Por su parte, un chico de ojos luminosos
y voz perfecta
nos hacía discutir si podíamos
confiar en los sentidos para aprehender la realidad.
Su pedagogía nos hizo dudar si una mesa era
verdaderamente eso.
Y las chicas llegaron,
todas arregladitas para confirmar su fe.
La religión permitía nuestra alfabetización emocional.
Última semana del colegio,
fuimos los campeones indiscutidos.
Unidad y alegría coronaron nuestro triunfo.
Compañeros
son aquellos con los que se comparte el pan.
Hoy es día de misa y mesa
Pan eucarístico
y choripán, también
Agradezco el tiempo en las aulas
y esta instancia para mantener viva la memoria
que con el tiempo se enriquece aún más.
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