A propósito del SIMCE: pedagogos con voluntad de cambio e innovación.

Captura de pantalla del programa La mañana informativa
El académico de la Usach, Jaime Retamal, estuvo en "La mañana informativa" de TVN junto a la periodista Carolina Escobar, para revisar los resultados del SIMCE 2017, dados a conocer el 17 de mayo por la Agencia de Calidad de la Educación.

Lo primero que señala Retamal es que más allá de resultados puntuales de esta entrega es necesario mirarlos en una perspectiva histórica para darse cuenta que hay graves problemas de calidad educativa al interior de las salas de clases.

Lo que se ha hecho bien en educación tiene que ver con el financiamiento en infraestructura o para mejorar proyectos al interior de la salas de clases o de las escuelas, pero no se ha apuntado al centro de la calidad de la educación. Agrega que por mucho tiempo se pensó que la calidad era igual a cifras, pero ha quedado de manifiesto que esto no es así.

Por otro lado, señaló que cada vez más el SIMCE ha ido perdiendo valor entre los profesores, estudiantes y padres y apoderados. En contrapartida lo que adquiere valor es una reflexión en torno a las prácticas pedagógicas. A su parecer, el dinero involucrado en este instrumento está muy mal invertido y piensa que se debiera tener el coraje político para cambiarlo. Ante la consulta de qué otros instrumentos emplear, señala que lo primero es la capacidad y la voluntad para cambiar. Existen otros modos de evaluar que entregan mejores señales, ya que lo que hace el SIMCE, finalmente es sancionar al estudiante. Recuerda que el propósito de la evaluación es ayudar a progresar a los estudiantes en sus aprendizajes. En este mismo sentido, la comunicación de los resultados no ayudan a entender cuál es el problema de fondo para un docente cualquiera en su sala de clases. 

Por todo lo anterior, concluye Retamal, la solución es dotar a los profesores de más herramientas y recursos para que innoven pedagógicamente en las salas de clases. Agrega, que un análisis en perspectiva, considerando los dos ciclos de educación básica y los resultados de II° medio, lleva a pensar que existe un desface didáctico que va poniendo el foco en el contenido como lo fundamental en lugar de las estrategias para el aprendizaje. 

Invitó a no ser complaciente con los resultados del SIMCE, dejándose llevar por una estadística fortuita, para atreverse a confiar en la creatividad de los profesores que sí son capaces de proponer prácticas innovadoras y que esta prueba no visibiliza. Se deben divulgar las buenas prácticas pedagógicas que dan resultado para que se puedan implementar en otras escuelas.

En este punto, señaló que, lamentablemente, el sistema educativo coarta la libertad del docente para llevar a cabo estas prácticas, puesto que está obligado a rendir para el SIMCE. Según su opinión se debe apostar por dar confianza al profesor en sus recursos y capacidades liberándolo del rendimiento para el SIMCE y permitiendo que sea creativo e innovador con el mismo currículo que tiene.

Cuando se le consulta por otras experiencias exitosas enumera las bondades del sistema que se aplica en Finlandia donde no solo se destaca la baja de estudiantes por aula y las metodologías aplicadas sino que su sistema de formación docente que entrega sólidos conocimientos disciplinares y pedagógicos. En este sentido, señaló que las universidades chilenas favorecen más lo disciplinar que lo pedagógico. Siguiendo al SIMCE, las universidades han optado por enseñar más conocimientos disciplinares, recalcó. Señaló que en una investigación realizada a profesores formados en tres universidades prestigiosas se observó que no tienen habilidades democráticas para escuchar, entender, para ponerse en el lugar del otro, para discutir y para darle libertad al estudiante para que pueda hacer cosas.

Pidió espacio para que profesores e investigadores con nuevas ideas puedan liderar el proceso de políticas públicas, ya que quienes lo han hecho en estos 30 años han mantenido el mismo discurso hasta hoy.

Respecto del tiempo que emplean los profesores para poder realizar innovación, el académico destacó que, sin duda, se requiere equilibrar la cantidad de horas lectivas con el trabajo de planificación y evaluación, que muchas veces agobia a los docentes. Ante la consulta de acortar la jornada escolar, señaló que los niños en Chile son los que pasan más tiempo en el aula y más encima se llevan tareas para la casa. En este sentido, no se trata de eliminar las tareas, sino que sean razonables en cuanto a la inversión del tiempo. Lo central es que los estudiantes se enamoren de un conocimiento, para lo cual no solo existe el colegio. Los estudiantes aprenden también fuera de la escuela.

Respecto de algunos ejemplos de escuelas alejadas de los centros regionales y que han tenido buenos resultados, el académico enumeró una serie de buenas prácticas que ellos poseen: se trata de comunidades que han tenido la voluntad de cambiar, de innovar evitando la inacción, aprovechando los escasos recursos y todas las políticas públicas, que se enfocan en la tarea y no en el rendimiento y cuentan con un liderazgo pedagógico positivo. Esto contrasta con prácticas de algunas escuelas que se focalizan en el rendimiento para atraer a estudiantes.

Como desafíos a corto plazo señaló que se debiera revisar la Ley de Calidad de la Educación y modificarla para evitar que se castigue a las escuelas. Una inversión que involucre la sala de clases, dando a los profesores las capacidades de innovar y a los directores la capacidad de ser líderes pedagógicos.

Saberes pedagógicos de los docentes
A través de la entrevista se puede captar que lo que mueve al académico es una profunda pasión por los procesos didácticos que ocurren en la sala de clases. En este sentido habla por muchos docentes que no se sienten interpretados por los resultados que el SIMCE arroja. Es más, los profesores que han hecho de esta actividad su profesión no adquieren nada nuevo. Ya saben porque han experimentado cotidianamente en la sala de clases la esperanza y la frustración.

En su apología por los docentes (permítaseme la expresión) no se trata de ser ingenuo tampoco, ya que no todos los profesores hoy en día están capacitados para liderar procesos. Ponerse delante de los colegas y entusiasmar, animar, aconsejar y ayudar a mirar lejos no es tarea dada para todos. Se requieren cualidades, formación, sentido de equipo y experiencia en el terreno. Recuerdo un profesor de Lenguaje de educación media que logró aunar a los docentes de su sector para cambiar la forma de evaluar las lecturas que los estudiantes debían leer en la casa: opción de pruebas orales o escritas, apertura de elección de literatura considerando también sus intereses y trabajo de equipo entre los docentes para compartir las evaluaciones. Fue una verdadera revolución en el colegio. Su convicción era que cada sector del colegio debía empoderarse y asumir su responsabilidad con autonomía, sin esperar que le dijeran lo que cada profesor debía hacer.

En contraste con esta experiencia recuerdo otros colegios en los cuales los profesores dependían de las órdenes de los directivos: asistir a una charla con un experto externo al colegio, revisar el reglamento, responder alguna consulta o sencillamente tiempo para revisar evaluaciones. Cero capacidad para llevar una agenda particular que responda a desafíos colectivos.

La dificultad que atraviesan los docentes para responder pedagógicamente a estos desafíos son un conjunto de factores, algunos de los cuales derivan de la propia formación inicial, en especial el déficit en los saberes pedagógicos.

Al respecto, el profesor Retamal describe el profundo error en que han caído los centros formadores de profesores, que privilegian el conocimiento disciplinar por sobre el pedagógico. El pensamiento pedagógico se cultiva y se madura con la práctica en el aula, la lectura, el intercambio entre docentes, la observación de nuevas prácticas, el estudio, la conversación con los estudiantes, por nombrar algunas. Pero, tampoco ellas logran cambiar las prácticas por sí mismas. Es necesaria la reflexión profunda del profesor que interioriza en su biografía y adapta según los contextos donde trabaja.

En este contexto, la reflexión del profesor Retamal está repleta de un ánimo positivo respecto de quienes están llamados a liderar los cambios en el aula. Es una invitación a creer en la labor docente, para constituirse como un profesional que piensa y actúa en favor del aprendizaje de sus estudiantes. Las herramientas que el profesor necesita son importantes, pero ellas deben ser aplicadas con criterio pedagógico. Nuevamente, la capacidad del docente para pensar con autonomía qué estrategias son más convenientes implican un profundo conocimiento pedagógico. 

Se agradece la sinceridad y valentía del profesor Retamal para atreverse a desmitificar el SIMCE y poner desafíos atractivos y de gran envergadura a los profesores.


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