Cara y sello del SIMCE

Captura imagen del canal Youtube de Educación 2020
A partir de los resultados del SIMCE 2017, dados a conocer el 17 de mayo de 2018 por la Agencia de la Calidad de la Educación, el programa "Aquí se debate en CNN Chile" invitó a dos destacadas expertas a debatir acerca de la utilidad de este tipo de pruebas para medir la calidad de la educación de los estudiantes. Junto al periodista Claudio Salinas estuvieron Alejandra Falabella, investigadora y académica de la Facultad de Educación de la U. A. Hurtado y la Directora Ejecutiva de Educación 2020, Alejandra Arratia.

Para Falabella, el instrumento no ayuda a la mejora de la educación, sino que todo lo contrario, la empeora. Fundamenta lo anterior señalando que existe un problema de diseño del instrumento que no refleja lo que sucede en la escuela cotidianamente, sino que interviene negativamente en la práctica pedagógica. Añade, también, que la frecuencia anual de la prueba hace que las escuelas preparen a los estudiantes para rendirla y se introduzca presión por aparecer mejor ubicados en el ranking. Al mismo tiempo, representa una amenaza para aquellas escuelas que no logran un estándar académico. 

Para Arratia, la prueba ayuda a tener un mejor diagnóstico, pero lo fundamental es que debe servir para tomar decisiones que apunten a resolver los problemas de calidad. La discusión acerca del instrumento distrae de lo verdaderamente relevante que es tomar decisiones en materia de políticas públicas. Subraya que el diagnóstico es claro y por tanto si no se hacen cambios relevantes los malos resultados se seguirán perpetuando. En este sentido llama la atención hacia las prácticas pedagógicas que se usan en el aula y que no están dando resultado.

Respecto al estancamiento de los resultados, Falabella, reflexiona acerca de la limitación de calidad que trae consigo el mismo instrumento con el que se la mide. Para ello afirma que hay otros  instrumentos como la oralidad o el ensayo que permiten enriquecer el pensamiento y la comunicación de ideas.

Si bien el SIMCE ha eliminado la posibilidad de hacer rankings puesto que no se consideraban factores socioeconómicos que permitía hacer comparaciones entre los establecimientos, para Arratia, lo importante es construir mecanismos con los menos usos no deseados posibles. Por otro lado, señaló que a raíz de la movilización de los estudiantes del 2006, la publicación de la Ley General de Educación y la creación de la Agencia de Calidad, se introdujeron los indicadores de desarrollo personal y social que ofrecen una información muy valiosa que algunos piensan que debería tener mayor peso que las mismas pruebas estandarizadas que provocan "estrechamiento curricular". Reconoció que complejizar la prueba SIMCE es difícil por las consecuencias asociadas a la medición como la rendición de cuentas. Mencionó la tensión entre sistemas de aseguramiento de la calidad que miden, en un polo, la rendición de cuentas y en la otra, la confianza y el desarrollo de capacidades. En este sentido dijo que la discusión debe realizarse en el país para decidir hacia dónde se quiere mover el sistema. Insistió en que el tema de fondo es que los resultados muestra que la experiencia escolar está desconectada de los intereses de los estudiantes.

Para avanzar se requiere un cambio más integral y global de la calidad de la educación, profundizó Falabella. La eliminación de este mecanismo de medición es un elemento, pero mencionó otros factores del sistema chileno como las diferencias socioeconómicas y de género que preocupan. Se responde a estas evidencias con formación docente, aumentando la selección a quienes ingresan a estudiar pedagogía. Espera eso sí que los profesores sean reconocidos como autoridades y no como aquellos que se conformaron con lo que el puntaje les permitió. También espera que la escuela y la educación sean espacios creativos, relevando lo que no se evalúa en el SIMCE, como el deporte y el arte. Piensa que estos resultados deben ayudar a cuestionar críticamente lo que sucede en la escuela dejando espacio para la libertad y asumir las demandas que formulan los estudiantes.

Redefinir el modelo
Lo consignado aquí deja entrever que el sistema de evaluación aplicado para medir la calidad de la educación es asumido como una parte de la política pública que requiere mayor reflexión. Es interesante en este sentido lo señalado por Arratia respecto de la existencia de diferentes sistemas de aseguramiento de la calidad. Los profesores y la comunidad escolar debieran saber qué factores han determinado que en Chile se haya aplicado un sistema de accountability por sobre otros. Luego, habría que determinar si los hallazgos o los pasos dados permiten hacer un viraje hacia otros sistemas. 

Pensar la escuela y la educación desde otro lado
Por su parte, Falabella, expresa el sentir de profesores, académicos y directores de escuelas que han vivido el stress que significa el sometimiento a este tipo de evaluaciones. Su posición implica también la osadía de pensar críticamente una escuela y la educación desde otros parámetros que no son los que la política educativa ha llevado adelante. Desde este punto de vista, no parece oportuno sacrificar recursos humanos y materiales para seguir diagnosticando lo que se sabe de antemano que ocurrirá.

Instrumento y modelo van de la mano
Ponerse de acuerdo sobre un instrumento de medición requiere una discusión anterior sobre el modelo. El SIMCE cumple 30 años desde su primera aplicación y los cambios que ha sufrido son, al parecer, solamente un maquillaje, ya que sus resultados revelan las mismas brechas de siempre. Ya es hora de discutir el tipo de educación que queremos, tal como lo señala Falabella, al final del debate. En la escuela, a pesar del SIMCE, están pasando cosas muy relevantes que el instrumento no alcanza a medir. El desarrollo del pensamiento y el nivel de conocimientos de los estudiantes no puede quedar atrapado por cifras. Desde hace años que el sistema francés, por ejemplo, aplica un sistema de evaluación del pensamiento por medio de la argumentación oral y escrita. El sistema escolar ha patentado este sistema que provoca en los estudiantes la capacidad de "réfléchir". ¿Cómo queremos que nos vean en el mundo? ¿Cuál es nuestro aporte a la cultura y las artes, en el fondo cuál es nuestra originalidad? Desde la independencia como país hemos buscado afuera lo que queremos construir aquí adentro. Nos caracterizamos por copiar los modelos alemanes, franceses, ingleses y norteamericanos. Es hora de aprender de nuestra historia para pensar un sistema que responda a nuestra cultura. El país va creciendo con nuevas masas críticas con opinión fundada que buscan ser escuchadas y contribuir a su desarrollo realizando cambios significativos.


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