Homenaje a nuestros padres de un grupo de ex compañeros
Durante el mes de junio la situación producto de la
pandemia se agravó en varios países de América Latina con un aumento en el
número de contagiados y de muertes. La prohibición de circulación obligó a
mantener una distanciación social entre las personas más cercanas. Lo anterior,
si bien ha tenido como objetivo resguardar la salud de las personas de riesgo, trajo
como contrapartida un aislamiento hacia los adultos mayores, nuestros padres.
En medio de esta grave crisis nos enteramos de la
muerte de dos ex profesores del IAE y de los padres de algunos ex compañeros. Constatar
que algunos de ellos partieron habiendo adquirido el Covid, y sin poder
despedirse a través de una ceremonia masiva, nos causó un gran pesar. Lo terrible
de esta situación es cuando va “dibujando caras y personas que han sido
parte de nuestro camino”, decía alguien.
Los intercambios por medio de la mensajería whatapps han
permitido recuperar o reinstalar algunos diálogos del pasado. Ha “facilitado
la expresión de sentimientos maravillosos que alimentan el alma y el espíritu”,
dijo, uno, con acierto. También ha permitido expresar el sentimiento de una “historia
compartida como única y original,
cuyos recuerdos nos acompañan por
siempre”, como el fruto de una ”unión increíble”, parecidos a los de
”una
familia”, señalaron otros.
Qué cierto es lo que escribía Albert Camus en su
novela La Peste cuando los habitantes
de Oran se sentían prisioneros en su propia ciudad, sin poder salir para
encontrarse con los suyos. En esa terrible angustia, los que tenían la
tentación de hablar de futuro renunciaban rápidamente, para permanecer
reducidos al pasado. Ante la incerteza de lo que está por venir, el pasado otorga
seguridad.
A pesar de lo dramático que puede ser el tiempo
presente, la verdad es que el ser humano necesita otorgar sentido a los
acontecimientos. De este modo, alguien manifestó el deseo “gozar como se pueda a los padres
y madres que aún nos acompañan”, lo cual fue el detonante para que se organizara
un video en homenaje a nuestros padres. Un experto realizador visual se encargó
de recopilar fotos y palabras, antes del día del padre.
El resultado fue espectacular. Junto a los
sentimientos de gratitud por todo lo que han dado a la familia, se destacan
algunas cualidades de las mamás y de los papás, además de palabras muy
profundas que fueron escritas por nosotros mismos. Al expresarlas delante de
compañeros de curso, luego de varios años de egresado, cobraron una especial
significación por la naturalidad y la confianza.
Luego de ver y gozar el video, me quedan rondando
algunas reflexiones que comparto: decir que nuestros padres se amaron puede
parecer obvio, pero en estos tiempos, se resalta mucho más la complicidad de la
pareja como algunos lo consignaron. Existen amores de tal naturaleza que parece
que hubieran existido el uno para el otro, al punto que la viudez es vivida con
impaciencia para esperar el reencuentro con el amado.
La incondicionalidad del amor de los padres hacia los
hijos debiera dar paso a una fórmula similar a cuando los esposos se juran amor
hasta que la muerte los separe: “y serán padres hasta su sepultura”.
Otros nos recuerdan que nuestros padres son de una
generación que vivió en carne propia el paso de un estilo provinciano al de la
vida moderna de la capital y sus conflictos sociales. El trabajo no era una
abstracción, sino que una realidad concreta, dura y sacrificada que incidió en
el carácter de cada uno de nosotros. De este testimonio surgen la admiración y
el reconocimiento.
Finalmente, se aprecia una transversalidad social que
da cuenta de los diversos orígenes desde los cuales proveníamos. Con razón
alguien señala su orgullo de pertenecer a este grupo de ex alumnos donde “todos
somos iguales, personas normales, trabajadoras”.
Junto con agradecer esta hermosa iniciativa de nuestro experto realizador visual, deseo contribuir con este modesto aporte al ánimo de cada uno. A pesar del agobio que se puede sentir en estos momentos, comparto las palabras de quien dijo que la ”lección que nos dejó este bicho (ha
sido la de aprender a) valorar las pequeñas cosas”.
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