Curar es cuidar



Así como el cactus sabe cuidar su flor, los seres humanos podemos desplegar grandes atenciones a quienes sufren o viven situaciones dolorosas. Este es una síntesis de una jornada sobre un tema que apasiona.
El lunes 12 de noviembre de 2018 el Centro de Humanidades de la Facultad de Medicina de la Universidad del Desarrollo realizó una jornada de reflexión académica en torno del tema “La vivencia de la medicina”.


Curar como cuidar
El Doctor Alejandro de Marinis introdujo la jornada invitando a los participantes a hacerse la pregunta de por qué estábamos aquí. Utilizando imágenes de filósofos y algunas de sus ideas comentó que dedicar un tiempo al arte de pensar puede parecer algo inútil, pero que termina siendo una actividad central para el cultivo de lo humano. Dejó instalada la pregunta por el sentido de curar como un acto que busca el cuidado del otro, al mismo tiempo que cuestionó una práctica médica que hace desaparecer el dolor de un órgano o una herida, olvidando el conjunto de la persona.
Esta primera distinción nos hizo pensar, a quienes no pertenecemos al ámbito de la medicina, que compartimos con ellos las mismas preocupaciones desde campos disciplinares distintos. La búsqueda de un sentido para nuestras actividades es fundamental ya que nos compromete en decisiones que pueden promover una convivencia armoniosa o desastrosa, con nosotros mismos y con los demás.

Criterios de mercado que nublan el horizonte
A continuación, el Doctor Ricardo Vacarezza entregó algunas pistas para comprender la práctica de la medicina de antes y la que se realiza hoy día. Comenzó señalando la importancia dada a la semiótica en los estudios iniciales de la medicina, pero que, en el presente, producto de la incorporación de la tecnología médica, se le otorga mayor énfasis al diagnóstico por medio de exámenes.
Junto con lo anterior señaló que la medicina siempre se entendió como un servicio, pero que paulatinamente se ha convertido en una actividad comercial, producto de la incorporación de una visión desde los negocios. De este modo los médicos han tenido que ir optando por un ejercicio de la práctica de la medicina muy influido por criterios propios del mercado, lo cual altera el sentido que antaño se tenía.

Medicina pública y privada
El Doctor Mauricio Toro, por su parte, disertó acerca de las diferencias entre la medicina que se practica en el ámbito público de la que se realiza en el ámbito privado. Según él todavía existe en el ámbito público una visión del médico como la del profesional experto cuya ciencia resulta inobjetable. En cambio, en el ámbito privado, los pacientes asumen una condición de clientes que pagan por un servicio con altas expectativas de eficiencia. Esta visión contrastada configura una práctica de la medicina que debiera promover la reflexión acerca de su finalidad.
De su presentación rápidamente concluimos que no se dan grandes diferencias entre lo que ocurre en la educación pública y privada. La mercantilización de la educación ha potenciado un discurso en el que se habla de calidad sin precisar lo que se quiere decir por ello.

Vulnerabilidad, confianza y fe
A continuación, el Doctor Arnold Hoppe sostuvo un diálogo con Denis Gallet, empresario francés que vive hace mucho tiempo en Chile, acerca de su experiencia como paciente oncológico. En primer lugar, agradeció a los médicos que han hecho posible que haya estado hablando con ellos ese día. La ciencia médica cumplió, por así decirlo, con su promesa de prolongarle la vida.
Esa promesa, comentó, arropa al profesional y lo coloca en una posición privilegiada respecto del paciente, quien admira y reconoce su experticia. Esta verticalidad, fue percibida por Denis cuando precisó que fueron 5 los médicos, cada cual experto en su especialidad, quienes lo acompañaron en su proceso.
Su experiencia, como la de muchos pacientes, es la de sentirse abandonado en un terreno donde le es difícil orientarse por sí mismo, pero cuyo destino final le es muy fácil de imaginar. Caracterizó su situación como un estado de vulnerabilidad total en el que solo le quedó confiar en quien se pone delante suyo para retar a la naturaleza.
Ser vulnerable y confiar son dos actitudes que reclaman del paciente una atención particular del médico. Con ellas busca construir un vínculo que le permita sentirse persona, no el paciente de la pieza tanto o de tal síntoma. Puesto que la atención es larga, pudo establecer con uno de ellos una relación de mayor confianza y compartir los temores, las esperanzas y la sabiduría de la vida.
La relación se fue haciendo más horizontal permitiendo diálogos más profundos, incluso sobre la muerte y el sentido de la vida. La posibilidad de compartir un sentido sagrado de la vida, el encuentro con Jesucristo en las circunstancias actuales y la oración para ponerse en las manos de Dios, fueron algunos de los intercambios que lograron humanizar su experiencia y que nos impactaron en este momento.

Libro “Naturaleza, fe y psiquiatría”
A continuación, el Dr. Alfonso Correa procedió a presentar su libro junto al coautor, Ricardo González. Gastón Soublette, mediante un video hizo comentarios muy pertinentes y de gran lucidez sobre el texto. Con gran acierto observó que el libro contiene una sabiduría que lo hace próximo con la visión de los pueblos orientales.
Con estas sugerencias recorrimos el libro buscando algunas respuestas a las provocaciones que nos lanzaron los relatores. De los 72 temas que propone el libro, hay algunos que calzan mejor con lo dicho en la jornada.

Respondiendo a la provocación
a) La enfermedad
Sorprende, por ejemplo, por qué la biología no logra explicar si la enfermedad es producida por “un funcionamiento (celular) distinto a que podría entenderse como ideal” (p.107). Lo digo con sorpresa porque probablemente miro a la medicina desde una posición subordinada. Sin embargo, añade que la experiencia de la enfermedad es evidencia de nuestra propia condición humana limitada e imperfecta.
Acertadamente, señala “no somos la enfermedad” (p.107) con lo cual nos permite reconocer en la experiencia de Denis la búsqueda de un trato digno que restituye lo que es propio del encuentro humano. ¡Somos personas, primero! Lo accidental es lo que nos ocurre, no lo que somos. Ello lo sabe bien el paralítico del que habla el texto sobre la fe de este capítulo. El milagro que opera Jesús es la restitución del hombre a la vida comunitaria de la cual se le apartó por su accidente.

b) La muerte
Cuando una persona se enferma gravemente, sabemos que la muerte puede estar rondando cerca. El libro señala que “pocas respuestas tiene la psiquiatría sobre la muerte, especialmente sobre el sentido de ésta. Y está bien que así sea, puesto que no es tarea de la ciencia dar respuesta a aquello” (p.121). En efecto, ninguno de los médicos presentes intentó dar una explicación sobre ella. Denis, hablando a los médicos, les dijo que esta palabra les produce miedo. Prefieren evitarla. Con ello remitió a la porfiada relación de dominación de la ciencia sobre la naturaleza, de la cual no puede salir victoriosa.
Esto me hace recordar que en la película Patch Adams, el protagonista debe comparecer ante la junta de médicos de la Facultad para decidir sobre su permanencia en la Escuela. Uno de los argumentos acusadores era que practicaba la medicina sin haber completado los estudios. El jurado le advierte que esta práctica puede tener consecuencias como la muerte de los pacientes. Sin entrar en detalles les devuelve una pregunta ¿Por qué le tememos a la muerte?
En el libro se nos invita a no tener una mirada negativa de la muerte, no como un final, sino que una situación inserta en la vida. Desde la fe se nos recuerda que “vivimos también otras muertes en el proceso de la vida, que nos permiten avanzar…” (p.121). A veces nos aferramos a las cosas o a falsas seguridades, de tal manera que, cuando nos desprendemos de ellas experimentamos pequeñas muertes que nos hacen el camino de la vida más ligero.
No se trata tampoco de vender una mirada bonita o dulce de un momento que tiene mucho de dolor y sufrimiento, tanto para el que la vive como para el entorno. Justamente, Denis, nos compartió el dolor de su hijo médico, que constató un cáncer en su hijo de 26 años. Acompañar el dolor no evita que el paciente no sufra, pero al menos le permite aceptarlo e integrarlo positivamente.

c) El dolor
El dolor, ya sea físico o psicológico, tiene una expresión en el cuerpo otorgando al ser humano “una forma de evaluarse en la relación con el otro” (p.101). Esto me parece un argumento muy original puesto que, por lo general, el dolor tendemos a vivirlo solitariamente. El duelo puede llegar a ser una verdadera tortura cuando se vive alejado del grupo de pertenencia.
Desde la fe se nos invita a relacionarnos de un modo nuevo con el dolor. Siguiendo la experiencia de Jesús “si abrazamos el dolor y lo ofrecemos al Padre, encontrándole sentido, podemos transformarlo en amor” (p.101). Esto implicará asumir una actitud valiente y consciente, contraria, quizás a nuestra naturaleza que de manera refleja huye o evita el dolor. Decididamente, quien así actúa demuestra una gran confianza ante la vida, así como también una esperanza en que el esfuerzo no queda en el vacío.

d) El sufrimiento
Lo señalado en el punto anterior nos permite tocar una profunda sabiduría de la naturaleza. El libro comienza este tema señalando que “el gozo va acompañado de sufrimiento, la tibieza del aire parte el hielo, la flor se acompaña de una espina” (p.111).
Como ya hemos señalado, la enfermedad es una experiencia dolorosa que puede hacernos sufrir hasta lo indecible. Estamos claros que no es una experiencia que andemos buscando en la vida para ver si encontramos la felicidad. Pensar de esta manera nos haría dudar de nuestras capacidades para percibir correctamente la realidad.
El budismo comprendió bien que el sufrimiento es fuente de alteraciones en la conducta de los seres humanos. Mediante la meditación el yogi busca el modo de desprenderse de aquello que lo ata a realidades que le impiden el encuentro con el nirvana. En la pedagogía de los ejercicios ignacianos, el cristiano está llamado tener una actitud indiferente ante las cosas para siempre elegir aquello que agrada a Dios y evitar aferrarse a lo que lo aleja de su amor.
El sufrimiento incomoda como se puede comprender. Pero también puede ser incómodo para el que acompaña al que sufre, de tal forma que se transforma en una carga más que en un alivio del mismo.
Al inicio de la jornada el Doctor de Marinis nos recordaba que curar también se entiende como la acción de brindar cuidados a un paciente. Para cuidar a alguien en la enfermedad, nos señala el libro, “es necesario acompañar con respeto la forma como esté viviendo su sufrimiento” (p.111). Ayudarlo a que resignificar su experiencia de sufrimiento implica mucha escucha y una dosis grande de perspectiva ante la vida para saber apreciar lo que está en vías de crecer.

Conclusión
De esta forma, el libro nos invita a contemplar la vida desde una mirada positiva. Quizás en este recuento hemos tomado algunas palabras que tienen un peso negativo. No ha sido la intención asustar al lector con esto. El libro nos desafía a “entrarle a la vida de lleno”, a no separar las experiencias, por dolorosas que sean del deseo de vivir a fondo. Los autores nos invitan a hacerlo acompañados de la fe en Jesucristo, compañero de sus propios senderos.
Gracias al Centro de Humanidades por esta oportunidad de compartir las reflexiones acerca de la práctica médica y sus cuestionamientos respecto del arte de cuidar a quienes sufren el dolor de la enfermedad.
A los autores del libro por regalarnos tanta sabiduría en palabras e imágenes.

Bibliografía
Correa, A. y González, R. (2018) Naturaleza, fe y Psiquiatría. Conectándose con el sentido. Ed. Al Viento. Santiago, Chile.

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