De regreso el sol


 La formación ha llegado a su fin y ahora nos quedan algunos días para concluir el dossier. Si estuvimos en medio de un túnel, al terminar la semana el sol vuelve a aparecer. Un sol de otoño que no quema, pero que buscamos ansiosamente.

El sol aparece tímido entre las nubes y se esconde repentinamente dejando caer algunos chubascos sobre la ciudad de Toulouse. El astro caprichoso, que en verano nos hizo sufrir de calor, esta vez nos permite ver los Pirineos como si fueran unos recortes divertidos de niño que juega con la naturaleza. La ciudad se dejaba ver más humana, quizás el color de sus inmuebles permitía ese contacto. No lo sé, quizás la presión del trabajo a ratos no nos dejaba ver lo que siempre ha estado presente.

Es que ha sido una semana de formación donde las neuronas se atacaron a resolver menudos problemas de secuencias, problemáticas y objetivos de distinta naturaleza. Nadie que haya vivido estos días podría decir que en algún momento estuvo en medio de un túnel. Quizás, aún seguimos estando. Todos sufrimos un poco con la “tensión lateral” de consejos que más parecían retos por nuestra ignorancia. Para aquellos que decimos manipular el español como lengua materna parecíamos gente inculta delante de los expertos. No es que ellos nos trataran así, sino que era nuestro sentimiento después de quedar expuestos a la evidencia de los formadores. Los franchutes nos miraban como diciendo “háganse cargo, se trata de su lengua materna”. Todos palidecimos.

Así llegamos al viernes. Cansados y saturados harta el hartazgo, pero también satisfechos. Cuando ya eran las 11, la casi totalidad del curso tenía decidido su plan para el resto de la jornada. Algunos seguían hirviendo en ideas para completar el dossier, mientras que otros comenzaban a saborear la última cerveza. La foto con “la mano de Dios” y un último vídeo con alguna sabrosa cancioncita latina fueron también el corolario de una semana de compañerismo.

Enseñar el idioma español es el vínculo que nos ha unido. Las tonalidades latinas y españolas, junto con algunas pronunciaciones de “erres” y “jotas”, se harmonizaron para enfrentar juntos el desafío que teníamos por delante.

La despedida tenía algo de incertidumbre también. No sabremos si nos volveremos a ver. Algo de nosotros dejamos en cada comentario, observación y discusión. En la mesa del mediodía o de la noche, quedaron nuestros sueños y deseos. Alrededor de una cerveza nos desinhibimos dejando a un lado el formalismo de los primeros días. Este brebaje fomentó la cohesión y la creatividad de un grupo de WhatsApp que mudó el ícono de la “maja desnuda” por el “Adán con hoja de parra”.

Y así nuestras biografías se entrelazaron. Por haber estado en este camino gracias a cada uno. Los mejores augurios para todos. A la distancia, un abrazo, que fue lo único que faltó.

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