Un nuevo sol se levanta
Un nuevo sol se levanta
La luz penetra por entre los pliegues de la cortina
de nuestra pieza antes de que el regador entre en funcionamiento. A la hora
señalada, el reloj del regador lanza un impulso eléctrico que abre las válvulas
permitiendo que la fuerza del chorro de agua comience a mojar el pasto del
antejardín. Desde el mes de junio la tierra ha seguido su movimiento constante
permitiendo que el sol aparezca con toda su fuerza lo más al sur del mundo.
Esa luz poderosa va desalojando la oscuridad de
la pieza, dando color y forma a los objetos que en ella se encuentran. El astro
poeta va despertando del letargo a las plantas, las flores y todo ser viviente
que se mueve sobre la tierra. En su marcha va pintando de colores la naturaleza
inmensa y majestuosa que nos rodea. No hay oscuridad que la venza. Lo pálido da
lugar a lo vivo; lo opaco, a lo diáfano y lo grisáceo al arcoíris.
A cada uno va repartiendo su energía
invitándonos a salir, a explorar, a renovar nuestros cuerpos gastados por el trabajo.
Es la metáfora de la vida que cada año nos
sorprende y nos hace pensar en el camino recorrido, en lo que no pudimos hacer,
en lo logrado y en lo que en aún queremos perseverar.
Razón tenían los hombres del medioevo, al decir
que una luz nacida en Belén, un pueblo sin representación en los mapas, llegaría
a ser el astro principal de la humanidad.
Esa luz sería una gran alegría para el pueblo,
ya que alejaría de nosotros la oscuridad que nos impide vivir como hombres y
mujeres libres. Y al nacer de mujer, se hizo uno con nosotros, compartiendo
nuestra humanidad, nuestros alegrías y tristezas, nuestros dolores y
esperanzas. Quiso llamarse el Emmanuel, el Dios con nosotros, para darnos a
conocer la ternura con la cual cuida de nosotros.
Con su nacimiento empezamos una nueva era
porque su luz es sabiduría, haciendo retroceder la maldad que nos acecha.
Alegrémonos, entonces, porque podemos poner en
él nuestra esperanza. Él cargará nuestra débil humanidad hasta clavarla en la
cruz para darnos una nueva vida. Busquemos junto con él los brotes de esa nueva
esperanza. Allí está el pueblo mapuche, firme y gallardo, reclamando un nuevo
trato, justicia y dignidad. Las mujeres gritan su indignación buscando ser
escuchadas, derribando los muros del patriarcado. La iglesia reconoce sus
pecados e intenta lavar sus heridas para construir puentes de confianza. Cientos
de jóvenes y familias intentan darle un respiro al planeta comprometiéndose con
el uso responsable del agua y sus recursos, llevando una vida más sencilla. Los
migrantes nos enseñan que la cultura humana es una diversidad multicolor de
razas, pueblos, lenguas y costumbres que enriquecen nuestra vida en sociedad.
Llenemos esta lista con nuestros esfuerzos,
renovemos nuestros compromisos por un mundo más humano y fraterno. Sobre
nuestros horizontes se levanta un nuevo sol, contemplémoslo, en el seno de su
madre en el humilde portal de Belén. Vayamos como los pastores a adorar.
Quedemos en silencio. Santa noche de paz para todos y todas.
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