Naturaleza, fe y psiquiatría
Al terminar
la mañana del sábado 27 de octubre asistimos al Centro Patrimonial Recoleta
Dominica donde se realiza el lanzamiento del libro “Naturaleza, fe y
psiquiatría” de los autores Alfonso Correa y Ricardo González.
En efecto,
antes de llegar hay que atravesar, con paciencia, los carros de frutas y
verduras frescas de La Vega que son conducidos por expertos hombres de piel
curtida. En la avenida que da nombre a esta comuna se confunden carros y peatones
que vienen o van al barrio Patronato buscando lo bueno, bonito y barato.
Una vez en
el claustro, quizás más pequeño que el de San Francisco, pero con la misma
elegancia geométrica de sus pasillos y jardines nos adentramos al salón, quizás
antigua sala capitular de los recoletos. La luz tenue permite admirar el
trabajo fotográfico que el libro contiene. Una guitarra y un celo ambientan la
sala con música de contenido religioso, lo cual da el toque litúrgico de esta
presentación.
Nos
atrevemos a usar esta expresión porque el libro, como dijo en la bienvenida, Carol
Madariaga, esposa de Alfonso, tiene la sana pretensión de “potenciar nuestra
unión y nuestra plenitud en cuerpo, mente y alma”. Estas tres palabras nos
conectan con realidades materiales e inmateriales, visibles e invisibles, que
en contacto con la naturaleza adquieren un lenguaje integrador.
Mientras
las imágenes del proyector vuelan a un ritmo reposado, Tomás, hijo de Alfonso,
nos introduce en el vehículo que nos permite admirar lo que nuestros ojos
contemplan. Para Alfonso la fotografía ha sido la excusa para unir “la
experiencia vivida, el sentimiento y el conocimiento”. Las palabras nos
transmiten el sentido profundo del arte de observar por medio de un lente que
graba en nosotros imágenes de una naturaleza que nos habla en colores,
texturas, formas y olores. Comprendemos que la misión de la fotografía es ser “bisagra
que une la emoción con la razón”, permitiendo el vínculo de la naturaleza con
nuestra propia interioridad espiritual. De esta manera somos invitados a
admirar el libro y, por cierto, con mayor razón, la naturaleza misma.
Mientras la
música sigue, Alfonso nos presenta su libro como una alabanza y agradecimiento a
lo que nos rodea. La liturgia de este lanzamiento adquiere el lenguaje simple y
directo que no intenta convencer por la solidez de la argumentación, sino que
por la belleza de aquella naturaleza retratada.
La humildad
del sabio consiste en buscar la forma de transmitir su experiencia despojado de
su ciencia porque sabe que no podrá nunca igualar el conocimiento de aquello
que lo cautivó. Casi como un ruego nos invita a hacer lo mismo con nuestras
fotos armando los libros con los recuerdos, pensamientos y emociones vividas en comunión con la madre tierra.
Envueltos
en una atmósfera de música y fotografía se nos presentan los tres elementos que
componen esta obra: el cuerpo, la mente y el alma. Naturaleza, psiquiatría y
fe.
Ricardo,
por su parte, nos comparte que el libro “representa el viaje, un viaje lleno de
vicisitudes y sorpresas, de alegrías y dolores, de grandes desafíos y tareas”.
Lo entendemos y recibimos así por cuanto el lente de Alfonso ha logrado captar la
fuerza expresiva de diversos paisajes naturales.
Pero,
también, nace de la propia experiencia de fe, personal y comunitaria, enriquecida
en el transitar y murmullo de la oración de su comunidad que, desde hace 25 años, se sigue juntando cada dos semanas, como leemos en la reseña sobre los autores.
Es una fe
en Jesucristo, vivida con la limitación de la experiencia subjetiva, pero apoyada
en la lectura meditada de la Palabra de Dios.
De esta
forma, el libro contiene imágenes de la naturaleza que por su belleza nos
cautivan, por textos de psiquiatría con los cuales podemos aprender y acompañadas
por la fe que le otorgan un sentido espiritual.
La liturgia
de lanzamiento dio paso al agradecimiento. Alfonso, nos compartió tres
elementos claves, que nos permiten captar la sensibilidad de su autoría. Como un Francisco
de Asís de nuestros días, nos comparte su especial cercanía con lo simple y
bello de la naturaleza. Con la misma nobleza del santo nos expresa que el
encuentro con los mendigos, con los cuales compartió durante doce años la
Navidad en la calle, lo transformó religiosamente. Aprendió de ellos el valor de
la hermandad robusteciendo su propia fe. Y finalmente, la experiencia de sentirse
amado. Quizás por pudor, dijo querido, pero nosotros a esta hora de la
presentación entendemos que nos habla de un amor incondicional.
Estas
claves nos permiten adentrarnos en un libro que cautiva de principio a fin,
primero por su fotografía y luego por la calidad de los textos. Es un libro
para meditar y contemplar, es una poesía de lo natural con las palabras
adecuadas para decir lo simple, lo bello y lo noble.
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