Las letras dobles
Aquella tarde, en esa ca ll e, E ll e ll oraba desconsoladamente. Bajo una ll uvia persistente daba grandes so ll ozos. Por momentos, su voz era apenas un murmu ll o que lamentaba su suerte. Ch e pasaba por ahí y haciéndose el ch istoso comparó sus lágrimas con una inundación. -¡Cá ll ate! le gritó E ll e, estoy ch ata de tus ch istes. -Tú eres una ll orona, se burlaba más aún Ch e. -Puedes ll evarte tu mala onda. Ll egas en mal momento, le respondió E ll e, tratando de maqui ll ar su pena. -Mu ch as gracias por tu acogida, ironizaba Ch e. Tienes los ojos muy hin ch ados, ¿Tuviste una mala no ch e? preguntó ch ismosa, Ch e. -Es por el ro ll o de la Academia, ¿no sabes?, le lazó E ll e. -¿Qué le aconteció a esos mu ch achos? preguntó Ch e, cambiando su actitud. - Esos señores, lisa y ll anamente decidieron eliminarme del abecedario, dijo E ll e con voz quejosa. Ch e se ll evó las manos al rostro y gritó sorprendida: ¡ Ch upa ll a! eso es mu...